2 de marzo de 2008

SEGUIMOS PREOCUPANDO A LOS TAURINOS: LADRAN LUEGO CABALGAMOS


Lázaro Echegaray
España [ 28/02/2008 ]

ANTITAURINOS AL SENADO

La campaña electoral que se realiza en estos momentos en España nos deja, entre otras muchas cosas propias de esa mamonada que se llama política, un par de sorpresas que no hay que no deben pasar desapercibidas. Por un lado la determinación de uno de los partidos aspirantes al gobierno de la nación de incluir en su programa electoral la defensa de la fiesta taurina; es la primera vez en la historia de este país que eso sucede. Por otro, la aparición, con estatus de grupo político organizado, de una formación que se preocupa, única y exclusivamente, de la abolición de la fiesta de los toros. Este grupo participa sólo como aspirante al Senado, no tienen objetivo de llegar a dirigir el país. Aunque la proporción de la dedicación por uno y otro partido al tema taurómaco no es similar (en unos es un punto de su programa electoral mientras que en otros es un objetivo casi exclusivo del mismo), es adecuado aceptar que la existencia de uno lleve a la aceptación de la propuesta del otro, aunque sólo sea por eso de la equidad. Es decir, que todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas y a someterlas al debate público, por mucho que nos escueza la naturaleza de las mismas. Hasta aquí todo bien. Sin embargo hay varios puntos que no terminan de encajar en todo esto del antitaurinismo y que al final no hacen sino situarles a todos los miembros de este partido en una posición poco clara y muy confusa que no lleva sino a la demostración de una obsesión. Me explico:

El citado partido recibe el nombre de Partido Antitaurino Contra el Mal Trato a los Animales. En primer lugar nos debemos de plantear a qué aspira una fuerza política que sólo persigue un único objetivo: la eliminación de la tauromaquia. No termino de comprender cuál va a ser su papel en el Senado en caso de que logren representación. Quiero decir, qué tipo de política seguirán en cuánto a temas que se debaten habitualmente en el ruedo político como la economía, la vivienda, la inmigración, la tercera edad, el aborto… ¿Su debate se centrará sólo en la eliminación de la tauromaquia? Si nos atenemos al orden del día de las sesiones, poco trabajo van a tener; digo yo que los senadores estarán para hablar de otras cosas además que de toros ¿no? ¿Y cómo actúan estos fenómenos ante esos otros temas? ¿Estarán de más siempre que no se hable de toros o procurarán llevarse siempre, en todos los debates, el ascua a su sardina? Algo al estilo: accedemos a subir las pensiones de los jubilados si se les prohibe asistir a las plazas de toros o, apoyamos la ley del aborto si se aplica también a las vacas.

En segundo lugar, se reafirman contra el mal trato a los animales en general pero como nombre de cabecera cogen el del toro. Vamos, que no se ponen Partido Antiporcino o Antibovino Contra el Mal Trato Animal, o simplemente, y lo que sería más normal, Partido Contra el Mal Trato Animal, a secas, sin entrar en posicionamientos concretos. Esta última opción les quitaría protagonismo, hablaría mucho menos de ellos y de su verdadera obsesión, no los definiría del todo bien frente a un público al que le importa un comino lo que pase con los cerdos hacinados en las granjas, los patos borrachos en los embudos, la vaca alienada en el carril u otras tantas clases de maltrato animal contra el que nunca les vemos posicionarse. Nominarse de manera tan general les impediría adoptar como logo de marca el icono del toro agonizante, lleno de banderillas y echando sangre por la boca; eso sí que da imagen y hiere las sensibilidades. Por lo menos podrían haber caído en la cuenta de que el concepto antitaurino no atañe sólo a la fiesta sino también al animal. Es decir que van contra la fiesta y también contra el toro. Cosa que no sucedería de ser un partido contra la tauromaquia (acción de lidiar toros), que entonces hablaría mejor de su idea y referiría la defensa del toro. Pero aquí es donde está la madre del cordero. Porque resulta que a pesar de llevar toda la vida gritando contra las corridas y abogando por la dignidad del toro, los antitaurinos no han hecho en la vida nada a favor del animal, ni siquiera una triste propuesta. No pueden hacerla porque ninguno de ellos conoce al toro bravo. No saben dónde vive, ni cómo se cría, ni a qué encastes pertenecen, ni el comportamiento de cada uno de éstos, ni la cantidad de terreno que necesitan para vivir, ni el dinero que cuesta mantenerlos, ni las capas de pelo que los cubren, ni las hechuras de sus cornamentas, ni nada de nada. ¿Cómo quieren así defenderlo? Es tanta su impotencia en este sentido que llegan a decir que prefieren su extinción antes que su lidia.

En tercer lugar hay que señalar la tendencia al “anti” y al “contra” como prefijo de todas sus proclamas. Si de verdad quisieran defender al toro no se llamarían antitaurinos sino pro taurinos o pro dignidad del toro, por ejemplo. Vuelven a demostrar que el toro en sí les importa poco. Cuando hayan conseguido exterminarlo dormirán tranquilos porque ya no habrá tauromaquia y no les escocerá la conciencia porque el fin justifica los medios en su ideología. Total, que como actúen igual con todos esos animales que dicen defender, pero a los que no nombran, vamos buenos.

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