14 de febrero de 2008

NI ESTÁN TODOS LOS QUE SON, NI SON TODOS LOS QUE ESTÁN (SEGUNDA PARTE)

Hace unos días, publiqué una entrada en la que criticaba la actuación de una serie de miembros de diversos colectivos que apoyaron publicamente la candidatura de ZP, aunque alguno dejó claro que, era un apoyo a la alternativa de izquierdas, es decir de progreso.
Los ecos en el bando de la derecha no se han hecho esperar, y Rajoy y compañía han dado rienda suelta a sus discursos electoralistas, y les han calificado como "titiriteros". Se lo han puesto a "huevo".
Entre ayer y hoy, he leído algunas opiniones de personas poco sospechosas (aunque alguna no me caiga especialmente bien), en los que vienen a decir algo parecido a lo que yo pensaba y pienso.
Pilar Rahola (La Vanguardia) y Elvira Lindo (El País) han escrito en los periódicos en los que colaboran sobre esta cuestión. El número uno al Senado por el partido de Rosa Díez, Álvaro Pombo, ha dejado claro lo que le ha parecido.
Aquí os dejo lo que han dicho:

ÁLVARO POMBO: "A mí me pareció ridículo y la babosa admiración de una persona al poder me parece servil"

¿Qué pensó cuando vio a los artistas o intelectuales pidiendo el voto para Zapatero?
Me pareció ridículo.
No se destacan por ejercer la función crítica.

PILAR RAHOLA: "Carta incómoda a Boris Izaguirre"

Estimado Boris. Sobra decir lo mucho que te respeto. Creo que eres un pensador sutil, un comunicador brillante y uno de los histriónicos más divertidos del teatro de la vida. Muchas son las ideas compartidas, ideas luchadas, algunas finalmente conseguidas… Con los años y la confianza (que siempre da asco), me atrevo a decir algo de ti en voz alta: a pesar de los excesos del espectáculo, eres un tipo de una gran elegancia. Nunca te oí perpetrar ningún ataque soez, y tu vehemencia en los argumentos siempre fue amiga de las buenas formas. Por esto mismo, por la estima que te tengo, por la complicidad que te reconozco, por tanto, permíteme esta carta incómoda, nacida de una cierta perplejidad. La verdad, no me gustó nada lo del otro día. Esa foto couché con todos los progres del artisteo, donde no faltaba ninguno de los previsibles, y sumaba alguno de los incomprensibles (¿a qué disciplina artística se dedica el doctor Montes?), me pareció un forzado ejercicio de exhibicionismo elitista, un algo desmelenado y un mucho impertinente. Por supuesto, estoy a favor de los lobbies de presión, y no tengo ningún apuro porque un grupo de amigos de toda la vida se reúnan y digan ¡viva Zapata!, o ¡viva Zapatero!

Si, además, quieren convertir un bello poema de Mario Benedetti en una insufrible canción dominguera, allá cada cual con su sentido del ridículo. Puestos a pedir, hubiera preferido el estilo rompedor del vídeo de Obama, que es de palabras mayores, pero lo vuestro quedó en paños menores y enseñó algunas vergüenzas. No sé. Un poco cutre, querido. Con todo, todo habría quedado en los límites de lo elegante. Pero en esas, llegó José Luis Cuerda y habló de la "turba mentirosa", los llamó imbéciles, clamó al cielo contra la "teocracia humillante y estúpida" y de milagro no chilló "a las barricadas". El tipo se quedó a gusto, como si hubiera evacuado después de una larga temporada de estreñimiento, y el resto de acompañantes hicisteis bueno el principio del buen figurante. Reír, aplaudir, callar. Ji, ji, ja, ja. Ya hemos hecho el progre. Ya hemos insultado un poco a los peperos, hemos puesto cara de élite artística enrollada, riquísimos todos pero del pueblo, y le hemos dicho al mundanal ruido que somos de ZP hasta la muerte. Bien. ¿Y?

Si me permites, querido Boris, intentaré razonar algunos de los motivos de mi perpleja disidencia. Primero, el numerito me pareció más propio de la transición política que de una democracia estable. Todo rezumaba una estética muy antigua, con Víctor Manuel, Ana Belén, Serrat y el resto de sospechosos habituales de estas contiendas, todos muy divinos, todos queridos por todos nosotros, y todos más antiguos que las maracas de Machín. Por supuesto, soy una loca de las canciones de Sabina, y Serrat me emociona hasta los tuétanos, pero su trabajo artístico, perenne e intenso, no es precisamente lo más moderno del panorama. Por decirlo de forma precisa, se reunieron los de siempre y dijeron más de lo mismo. La capillita conocida, con el discurso conocido. Además, y quizás es lo que me resulta más molesto, lejos de una plataforma de apoyo a un candidato, el grupo se estructuró como una plataforma a la contra, como si el cielo estuviera a punto de caernos sobre la cabeza, como si llegara la marabunta, y los concienciados artistas tuvieran que dar su paso adelante. A vueltas con la mentalidad de la transición...

Querido Boris. El PP no me gusta nada de nada. Casi tan nada como a ti, pero estoy en contra de crear estos discursos demonizadores, que excluyen a millones de votantes de la cordura y el sentido común, que desprecian a los otros, que se elevan como si tuvieran la verdad universal y que respiran un cierto tufillo de despotismo ilustrado. Las palabras de Cuerda son propias de un pequeño déspota, y lo siento, porque me gusta Cuerda. Pero ¿es necesario despreciar hasta ese nivel a los votantes de otro partido para ganar la razón? ¿Qué pensamiento libre, crítico, razonable, existe detrás de una pendejada como esa? Yo no veo más que consigna, propaganda y servil compostura. Nada me suena a crítico. Ergo, nada me suena a libre. Por supuesto, los ataques posteriores de Rajoy, hablando de estómagos agradecidos y cánones varios, eran pura demagogia, pero ¿qué os esperabais? ¡Si se lo pusisteis a tiro! Uno no puede subir a las altas tribunas de su fama, vociferar contra millones de votantes, y esperar que no le caigan chuzos. Estratégicamente, creo que es un error de bulto. Pero, además, democráticamente es una inmoralidad. Tenemos que empezar a entender que la democracia juega a muchas cartas, que todas son lícitas y que si gana la que no nos gusta, tenemos que volver a ganarnos la razón. La razón, que no el desprecio.

En fin, querido. Perdona el atrevimiento. Pero te vi ahí en medio, al ladito del bellezón de Judith Mascó - otra peculiar disciplina artística, la suya-, con cara de chico bueno, y pensé que Sarkozy y Ségolène me daban mucha envidia. Mientras ellos juegan a seducir a grandes intelectuales y se pelean por un Glucksmann, aquí sacamos a gritar a José Luis Cuerda. No, si quedar, queda bien. Pero ¿es lo mismo?

ELVIRA LINDO: "Manifiestos"

Llega la campaña y, con ella, el revuelo de manifiestos y adhesiones. Los partidos han chupado de tal manera el activismo social que hoy sólo se considera comprometido aquel que añade su nombre a la lista de personajes que piden el voto para tal o cual formación. Uno de estos días me encontré a un joven y talentoso artista que me preguntó si ya había firmado el manifiesto. Le contesté (no sé si fui del todo comprendida) que los que tenemos la posibilidad de expresarnos públicamente estamos, al fin y al cabo, manifestando nuestro sentir ideológico en cada pieza que firmamos, con más riesgo incluso, porque cuando se tiene cierta independencia de criterio no hay siglas que te sirvan de escudo protector. En un sistema democrático ideal los diseñadores de campañas debieran estar más al tanto de aquellos que les advierten de los errores que de ese grupo de incondicionales que tienen el aplauso preparado antes del discurso. Nada tengo en contra de los que estampan su firma en un manifiesto. Al contrario, creo que a veces la suma de muchos nombres públicos pueden frenar un atropello, salvar vidas y despertar conciencias. El problema es que se ha abusado tanto de ellos que hay quien prefiere reservarse para cuando surja uno de esos manifiestos que conllevan cierto riesgo. La generosidad consiste en compartir lo que nos es muy querido y no hay nada más valioso que el propio nombre. Valerosos son, por ejemplo, aquellos que ceden sus nombres para apoyar a los dibujantes que desde la publicación de las caricaturas de Mahoma ven su vida en peligro, valerosas las publicaciones que los respaldan reproduciendo las viñetas. Con su trabajo están redactando un manifiesto a favor de las libertades. Las columnas también son un humilde manifiesto, nada heroico, con un pequeño daño colateral: no caerle bien a todo el mundo.

Y ahora, que cada uno saque sus propias conclusiones qué, muy libre es de hacerlo, sin ser un "titiritero" (preciosa la canción que Serrat inventó sobre ellos), ni pertenecer a las turbas reaccionarias.


1 comentario:

Anónimo dijo...

“Plataforma de votantes de izquierda contra Zapatero”

Tenemos, desde las posiciones tradicionales de la izquierda, razones para no apoyar a Zapatero, tras una desastrosa gestión, que de izquierda no tiene más que la etiqueta. Afortunadamente hay opciones como IU, Ciudadanos o UpyD que pueden recoger el voto y las distintas sensibilidades de izquierda. Hay muchas más, pero estás son las primeras:

* Negar una crisis que es ya evidente sin tomar ninguna medida para apoyar a los jóvenes, los que no pueden pagar la hipoteca o los que están perdiendo su trabajo.
* Cuando se superan los dos millones de parados, limitarse a maquillar los datos, sin tener ningún plan para atajarlo.
* Mentir a los ciudadanos sobre la negociación con ETA o el Estatut, como si fueramos idiotas.
* Traicionar al pueblo saharui, adoptando las posiciones marroquíes.
* No haber derogado ninguna de las medidas contra los trabajadores de los gobiernos anteriores.
* Estar totalmente aislado, sin relaciones internacionales en un mundo cada vez más globalizado. Ni los laboristas ingleses le invitan.
* Dar bandazos sobre la inmigración, desde el “papeles para todos” a pedir “expulsiones masivas” en Europa.
* Pretender socorrer a las grandes inmobiliarias con dinero público.
* El piso de Bermejo. O los vuelos oficiales para asuntos privados en Londres o Berlin.
* Los chupópteros del Canon. Otra vez, dinero público a manos privadas…..

Y podríamos citar cinco mil razones más. El 9 de marzo no votes Zapatero, si quieres que la izquierda sobreviva a un Presidente nefasto. Hay otras opciones, vota con libertad.