Me hago mayor.
Hoy leo con sorpresa en un periódico digital que un juez de Madrid ha archivado las actuaciones por la concesión de la medalla del Congreso de EEUU a José María Aznar de España.
Podría llegar a admitir que la sentencia no me sorprende, que estamos hablando de un ex-presidente, pero los argumentos que se ha sacado de la manga (mejor dicho de la toga) el juez, son incomprensibles para un hereje como yo.
Remontandonos al pasado, en mayo de 2003, el Congreso norteamericano estudiaba la concesión de dicho galardón, al "infumable" Ansar por su apoyo "incondicional" en la lucha contra el terrorismo, es decir, por su apoyo a la invasión de Iraq.
Se habló mucho de aquel asunto, ya que el gobierno de España de aquel entonces- que Dios tenga en su gloria- desvió dos millones de euros de los impuestos qué todos los españoles de bien pagamos, para que al tiburón de las Azores le fuera comprada la "medallita". Incluso el mismo "melón" pronuncio (¿en inglés?) un discurso en el Congreso de EEUU para hacer los méritos pertinentes.
Los dos millones de euros se utilizaron para pagar a una serie de asesores que se ocuparían de influir entre los congresistas americanos para que nuestro "kaiser" fuera honrado con tan sugerente distintivo. No iba a ser él menos que Blair, al que ya se había condecorado.
Pues bien, éste juez lumbrera, ha determinado qué el fin, es decir la obtención de la medalla, tenía un contenido político y suponía un beneficio diplomático.
Los abogados que presentaron la querella han recurrido la decisión.
Lo cierto es que el pobre Ansar se quedó sin medalla, al caducar- cómo los yogures- el plazo que tenía el Congreso para tomar la decisión.
Lo que es seguro es que los dos millones estarán dando la vuelta al mundo hace mucho tiempo, aunque "alomojo" algo se quedó en España.
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