22 de julio de 2007

EL CORTO VERANO DE LA ANARQUÍA








Un verano rojo y negro
• Las Jornadas Libertarias se celebraron en BCN hoy hace 30 años y atrajeron a unas 600.000 personas
• El Saló Diana y el parque Güell fueron sus grandes escenarios
ROSARIO FONTOVA BARCELONA.
Hace exactamente 30 años, Barcelona era una ciudad libertaria. Los días 22, 23, 24 y 25 de julio de 1977, el Saló Diana, en la calle de Nou de la Rambla, y el parque Güell, se convirtieron en los polos principales de las Jornadas Libertarias, un acontecimiento a caballo entre el happening y el debate político y social en el que participaron unas 600.000 personas, la mayoría jóvenes que empezaban a descubrirlo casi todo.Hacía dos años que Franco había muerto en la cama. El presidente Adolfo Suárez hilvanaba los Pactos de la Moncloa, Madrid estaba todavía noqueado por los asesinatos en enero, a manos de la extrema derecha, de siete abogados laboralistas vinculados al PCE en su despacho de Atocha. En Barcelona, la Rambla ardía casi cada día en un ambiente donde reinaban los sevillanos Nazario y Ocaña, que se disfrazaban de Massiel con bolso y abalorios y se estaban acostumbrando a ir a comisaría detenidos por escándalo público.GrupúsculosLos jóvenes leían Makoki, quedaban en Zeleste, el de Plateria; en los drusgtores del Liceu y del paseo de Gràcia que cerraban de madrugada; en La Enagua o el Pastís. También militaban en grupúsculos al margen del PSUC hegemónico, que los miraba por encima del hombro: había trostkos, maoístas, leninistas, escisiones de escisiones. Los de Ajoblanco contra los de El Viejo Topo. En 1973 tuvo lugar el primer gran concierto de rock. King Crimson tuvieron que tocar desterrados en Granollers porque se temían algaradas si actuaban en Barcelona. Mucha gente regresó a casa a pie, al amanecer. Y todavía encogía el corazón la ejecución en la cárcel Modelo de Salvador Puig Antich, el 2 de marzo del 74. En el 76 se había constituido la Assemblea de Treballadors del Espectacle, muy activa, y el 2 de julio del 77, en Montjuïc, se había celebrado un mitin monstruo con unas 300.000 personas reunidas para escuchar a la anciana cenetista y antigua ministra de la República Federica Montseny, que no daba crédito. Abundaban los mítines, las cargas policiales y los encontronazos con la extrema derecha. Empezaban a llegar noticias sobre el feminismo norteamericano, los panteras negras y las comunas. Vivir era barato; el consumo se desconocía. Viajar a la India, casi una obsesión y el Magic Bus rumbo a Katmandú, algo tan mítico como pisar el Voldelpark de Amsterdam. Los jóvenes convertían en un héroe al líder de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), Buenaventura Durruti, según el biopic del ensayista Hans Magnus Enzensberger El corto verano de la anarquía, que publicó junto con Las cuatro tesis de Mao la editorial Anagrama.En ese contexto complejo, lleno de sobresaltos, se cocieron las jornadas libertarias, de las que quedan no demasiados testimonios fotográficos y una única serie documental filmada por Vídeo Nou que se puede ver actualmente en el Macba. Pepe Ribas, director de la revista libertaria independiente Ajoblanco, recuerda muy bien aquellos días calurosos. Autor de Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad (RBA), es prácticamente el único que ha escrito sobre las jornadas, al margen de las publicaciones de tipo alternativo, ya que la Barcelona contracultural no despierta excesivo interés en el mundo de la historiografía académica.Ribas asegura que lo más importante fueron los debates sobre cómo debía organizarse el movimiento libertario celebrados en el Saló Diana a instancias de grupos libertarios donde militaban Rafael Poch, Andrés Grima o FrancescBellmunt, cenetistas como Luis Andrés Edo a los que se sumaron gente del teatro como Carlos Lucena y Mario Gas. Vinieron extranjeros como Daniel Cohn-Bendit, Danny El Rojo, el héroe del mayo francés de la Sorbona, que iba y venía atónito.Debate inconcluso"Fue la última oportunidad de crear una democracia diferente. El gran debate no se concluyó, de lo contrario el nacionalismo, que entonces era minoritario, no hubiera funcionado", opina Ribas. "En aquella época un teatrero montaba sin un duro Joglars o Comediants y ahora se va a TV3 a hacer una telenovela. Todo se hacía sin dinero, montando redes, innovando, sin tecnologías pero con mucho talento y creatividad. Sorprende la anticipación de toda aquella gente", añade.Durante las jornadas, en los escenarios del parque Güell, más lúdicos y frescos de noche, Sisa declamaba Los angelitos negros, Ocaña se desmadraba y se meaba en el escenario, corrían los panfletos con la A rodeada de un círculo y llegaron los pioneros de la ecología, que construyeron un molino de viento alternativo. "Yo de todo aquello destaco la paz, la armonía y la libertad. En el parque mucha gente hizo el amor por primera vez. Los de los institutos se estrenaron allí, pero con un pudor tremendo. Hubo una mezcla de ecología, feminismo y educación que no ha vuelto a repetirse", dice Ribas.Pero el corto verano de la anarquía duró muy poco. Ribas cuenta que un día el periodista Ramon Barnils, que solía llevar gabardina, se resguardaba de la lluvia en un portal cuando un hombre extraño le dio un sobre con 10.000 pesetas dentro. Mientras, unos jóvenes rompían cristales al grito de Viva el PCI. Los provocadores y los infiltrados radicalizaron la situación. Y el tenebroso caso Scala dió la puntilla a la Barcelona rojinegra.



Editorial núm. 1 (Revista Ajoblanco

¿Por qué esta nueva revista? Porque no queremos una cultura de imbecilistas. Porque estamos ya hartos de divinidades, sacerdocios y elites industrial culturalistas. Porque queremos intervenir, provocar, facilitar y usar una cultura creativa. Porque todavía somos utopistas. Porque queremos gozárnosla con eso que llaman cultura. Porque tenemos imaginación para diseñar otra, si ustedes quieren. Porque siempre hay un por qué que nos apremia y AJOBLANCO intentará entenderlo y manejarlo a nivel de revista. Porque, porque, porque sencillamente AJOBLANCO se sitúa fuera de los cenáculos de los grandes iniciados en pasarse la pelota cultural. AJOBLANCO no es una revista deportiva para información de jugadores de 1ª división. AJOBLANCO vuelve a la simplicidad, la creación, el interés por todo aquello que sea nueva sensibilidad. Porque ha oído, ella también, el grito: “¡Despertad jóvenes de la nueva era! ¡Desplegad vuestras inteligencias contra los mercenarios ignorantes! Pues llenos están los campamentos, los tribunales y las universidades de mercenarios que si pudieran prolongarían para siempre la guerra de los cuerpos y arruinarían la lucha de la inteligencia. Esto oyó William Blake. AJOBLANCO quiere sintonizar con todos los que luchan por una nueva cultura. Se te ofrece como revista y pide tu colaboración en esta utopía que estamos poniendo en marcha para reflejar en ella, con toda fidelidad, nuestros sueños y nuestra acción, lo que nos llevamos entre manos.

Sobre El Viejo Topo:
¿Qué es y cómo nació El Viejo Topo?
La revista se concibió de una manera sumamente ingenua en el año 1975. Veo un paralelismo entre la efervescencia que había en los años 70 y lo que está empezando a suceder ahora. En aquellos años cualquier joven tenía un proyecto de revista o de editorial bajo el brazo. Había un creatividad extraordinaria. En las dos últimas décadas esto había desaparecido y ahora lo estoy volviendo a notar por todas partes. En aquella época dirigía un centro de enseñanza y junto a un profesor de filosofía nos propusimos, de la manera más ingenua, hacer una revista que fuera una plataforma de debate para la izquierda que se estaba matando entre ella. Hicimos un modelo de revista que en lo político y cultural era distinta pero en el formato se parecía un poco a lo que entonces era Rolling Stone, una revista que estaba en la vanguardia del pensamiento alternativo en los Estados Unidos. El ministerio no nos autorizó, nos estuvo entreteniendo más de un año poniendo pegas y al final nos dijeron que podíamos publicar siempre que fuera una revista mensual y no semanal como nosotros queríamos, además con un precio que ahora no recuerdo pero que era descabellado. Esto nos obligó a hacer una revista con más cuerpo, con un diseño distinto, lo cual fue una novedad extraordinaria ya que fue la primera revista político-cultural con un diseño innovador y creativo. Así empezó, de una manera un poco tonta; casi se puede decir que la censura nos hizo la revista.




Yo tenía veinte años y vivía en Madrid. Era un devorador de Ajoblanco y esperaba con ansiedad todos los meses su aparición en el kiosko de periódicos que se encontraba justo al lado del portál de mi casa. Lo regentaba un ex-combatiente republicano ( o por lo menos es lo que se decía), con su mujer y uno de sus hijos, un tio amanerado y sin duda homosexual, cosa difícil de llevar para los años que corrían.


En Madrid, los que estabamos cerca del movimiento libertario, también vivimos con entusiasmo un movimiento similar al que describe El Periódico en su artículo, centrando nuestro sueños de libertad alrededor de la calle del mismo nombre (donde se encontraba el local de la CNT) y en la Plaza del 2 de Mayo. Hubo mítines de algunos líderes cenetistas, y recuerdo haber estado allí. Recuerdos de pelos largos, cannabis, pañuelos negros alrededor del cuello, lecturas prohibidas, solidaridad y cultura, entremezclados con los años de facultad, de asambleas, de carreras y de reivindicaciones, y por supuesto de estudios, examenes, utopías, grandes amigos y nuevas experiencias.


Han pasado treinta años.


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